El sacerdote Mario Pantaleo descubre que tiene cierto poder para
diagnosticar y curar enfermedades por medio de la imposicvión de las
manos. Pero la policía y la jerarquía eclesiástica se pondrán en su
contra.
MI OPI: La película está inspirada en la figura del padre Giuseppe Mario
Pantaleo (Pistoia, 1915-Buenos Aires, 1992), un sacerdote salesiano que
alcanzó popularidad por su don de diagnosticar y -en ocasiones- curar
por imposición de manos, padecimientos físicos incurables desde la
mirada científica. Se nos muestra un cura tan humano y normal como cualquiera de nosotros,
asmático, humilde, alejado de la burocracia eclesiástica y centrado
exclusivamente en las personas. Con sus inseguridades, convive en él esa
lucha entre el espíritu y la carne. Cuando ayuda dudan de sus
intenciones, y cuando se decide a estudiar también, pero él continúa con
su misión. Es prácticamente imposible no simpatizar con el personaje, muy bien
interpretado por Jorge Marrale y perfectamente secundado por Graciela
Borges. El principal problema de la historia es su tono excesivamente
edulcorado, aunque contiene momentos dramáticos de gran intensidad. Y el
director no puede, no sabe o no quiere, evitar caer en el tercio final
en una nostalgia un tanto tontorrona. A pesar de todo, por las
interpretaciones, por lo atípico del tema y por ciertos momentos
aislados, merece la pena verse. Irregular, pero interesante.
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