Una niña aparece asesinada en el bosque de un pequeño pueblo
suizo. Enseguida las sospechas recaen sobre el viejo vendedor ambulante
que encontró el cadáver. Solamente el comisario Matei duda de su
culpabilidad, pero se acaba de retirar y deja el caso en manos de un
compañero. Mientras tanto, el anciano, incapaz de resistir la situación,
se suicida en su celda. Ya en el aeropuerto, a punto de coger el avión,
el comisario Matei repara en algunos detalles contados por los niños de
la escuela y decide aplazar su viaje para empezar a investigar por su
cuenta...
MI OPI: Debe ser de los primeros psycho-thrillers modernos del cine. La película se ve bien ciertamente, tiene una fotografía preciosa, un
ritmo muy correcto y una planificación muy adecuada, pero, por un lado,
los diálogos podrían estar más cuidados y, por otro, pero más
importante, el desarrollo de la investigación, desde que el comisario
Matthaï se hace cargo de la misma, pierde interés por lo absurdo de la
línea emprendida. No sé si será porque ya llevamos vistas unas cuantas
pelis de investigación policial y reconstrucción forense, pero nadie con
dos dedos de frente, con los datos que tenía Matthaï (el recorrido del
asesino entre Zurich y el cantón Grisón en gran coche negro matriculado
en dicho cantón), hubiera adoptado sus mismas decisiones; ahí se roza
peligrosamente el absurdo. El personaje del malo, estupendamente
representado por Gert Fröbe, que podía haber dado mucho de sí se queda
en un simple trazo grosero. Y aunque el final es muy mejorable, algo
tiene la película que sigue teniendo la virtud de hacerte pasar un rato
agradable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario