
MI OPI: Una propuesta curiosa, diferente a lo que solemos ver habitualmente. Es a ratos un thriller psicológico, con momentos de gran tensión mezclados con otros mucho más pausados, con algunos tintes sobrenaturales y hasta toques de terror, y otros momentos de drama puro y duro. Y la duda constante de si lo que sufre el protagonista es esquizofrenia, o tan solo paranoia… o ninguna de las dos cosas. Esa es su gran baza y lo que hace que el espectador mantenga su interés en lo que está viendo, ya que es difícil predecir qué es lo que puede pasar a continuación o por dónde van a ir los tiros. Pero esto a su vez también es lo que la termina lastrando, ya que llega un punto en el que parece que ni el propio Jeff Nichols (director y guionista) sabe por dónde seguir, si optar por el camino más psicológico y realista, o por el lado más fantástico. Así que la cinta concluye y nos deja un sabor un tanto agridulce. Todo ello se sostiene en torno a la portentosa actuación de Michael Shannon, posiblemente uno de los actores más infravalorados del cine americano. Bien es cierto que tiene la “ventaja” de tener un rostro peculiar, pero sus gestos y, sobre todo, su mirada desprenden una fuerza y una garra tremendas en algunas escenas, mientras en otras se muestra totalmente frágil y vulnerable. Justo lo que requiere un personaje como el suyo. A su lado una Jessica Chastain está a la altura.
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