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viernes, 16 de marzo de 2012

EL SILENCIO DE AGUA

Año 1979, en Charkhi, un pueblecito del Pendjab pakistaní. Aïcha es una mujer alegre de unos cuarenta años que nunca habla de su pasado. Desde la muerte de su marido, su hijo de 18 años es el centro de su existencia. Salim, buen chico, dulce y soñador, está enamorado de Zoubida. En Pakistán, el general Zia-ul-Haq acaba de tomar el poder y de instaurar la ley marcial. El país se introduce en la vía de la islamización. Salim empieza a frecuentar un grupo de fundamentalistas musulmanes. Zoubida es abandonada poco a poco por su enamorado, mientras Aïcha se preocupa por ver a su hijo cambiar tan brutalmente. Los acontecimientos se precipitan con la llegada de los Sikhs venidos de la India para su peregrinaje. Uno de ellos comienza a buscar a su hermana, una tal Virou, que los musulmanes capturaron en 1947. El pasado sale bruscamente a la superficie...

MI OPI: La narración es solemne. La historia es real, y por ello dura. Con unas interpretaciones básicas y poco sinceras, el guión se hace grande. No abarca una idea que podría ser mucho mayor. Paso a paso, el ritmo pierde fuerza. Nos muestran a los personajes de manera natural, correcta, pero se desarrollan sin interés. Todo se hace grotesco, se ve venir y se inserta en tí el sueño, miras el reloj. Lo conmovedor se vuelve repetitivo y no hay originalidad en la narración, eso sí, veraz. Tal vez lo que más te mete en la película sea la fotografía y la banda sonora. Es un conjunto pasable, que se deja ver, pero no es tan recomendable e imprescindible como anunciaban. El cine se mete en un hecho histórico, pero la actualidad del conflicto religioso no forma parte del cine, así que no me adentraré.

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