
MI OPI: Un protagonista inolvidable. A pesar de lo poco que habla, muestra muchas cosas de por qué es como es y cuál ha sido su pasado. Un tipo que parte de lo marginal pero que quiere encontrar la felicidad, el amor, en definitiva: una vida normal. Y que precisamente por ello tiene que volver a sus orígenes. ¿Por qué no bebe? ¿Por qué no fuma? ¿Por qué no se droga? Precisamente porque, con toda probabilidad, su pasado ha estado repleto de esas tres variables. Y él ha logrado escapar de todas, menos de una que lo regurgita y que lo posee en un sentido implacable del determinismo: la ultraviolencia. De la que disfruta y de la que se arrepiente, a partes iguales, forzando increíblemente la tensión. Un elenco de secundarios perfectamente carismáticos y bien tratados. Todos sus personajes, absolutamente todos, son necesarios para entender la historia. Un magnífico relato. Un argumento sobrio, conciso, con un gran sabor de cine clásico, pero no por ello menos disfrutable. Un estupendo, fascinante, hipnótico sentido de la estética. Música de sintetizadores, clichés retros, una especie de años ochenta alternativos, la conducción suave y nocturna... El envoltorio idóneo para una película más que estupenda, en la que se habla y se reflexiona sobre aspectos muy profundos del espíritu humano, a partir de unas bases muy sencillas. Absolutamente imprescindible.
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