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jueves, 2 de septiembre de 2010

YO SOY EL AMOR

La casa de la rica familia Recchi, en Milán, está llena de espejos, flores, dinero y frialdad. La saga está compuesta por Eduardo Tancredi y su mujer Emma, inmigrante rusa plenamente integrada en la cultura milanesa, sus hijos Elisabetta, Edoardo y Gianluca, los compañeros y prometidos de estos, los abuelos, el linaje y las futuras generaciones celebran entre habitaciones y pasillos, jardines cubiertos de nieve y las espaciosas cocinas de Villa Recchi la sucesión y entrega del negocio familiar y la consolidación, una consolidación progresiva de los papeles que cada vez es más temida pues son conscientes de la clase a la que pertenecen la gran burguesía industrial de Lombardía. El joven cocinero Antonio, completamente ajeno a este mundo y no muy inclinado al compromiso, condensa emociones en platos que no deberían estar en la tradición culinaria de la familia. Tanto Emma como Antonio son personajes que no encajan en el universo al que pertenecen y la pasión desemboca en una colisión que hará que ambos rompan con todas las ataduras y entren en contacto directo con la naturaleza. Gracias a esto Antonio encuentra la inspiración para sus creaciones; gracias a esto Emma consigue distanciarse y crear una nueva identidad. El precio a pagar es desorbitante y solo hay un remedio: el amor.

MI OPI: Nada en esta película termina por encajar convenientemente. Las tramas surgen, se desarrollan y desaparecen como por arte de magia, como episodios inacabados a menudo incomprensibles. Todo resulta muy forzado, demasiado casual, y por consiguiente, muy poco creíble. En este aspecto, la guinda la pone la escena del accidente de Edoardo, filmada de manera tan grotesca que invita a la sonrisa. La primero hora, en la que describe los personajes y los paisajes, palacios, paredes, muebles y objetos en que se mueven, resulta excesivamente fría y en muchos momentos tremendamente aburrida. En la segunda hora, cuando el drama propiamente dicho hace acto de presencia, la película gana en intensidad y en interés pero no termina en ningún momento de alcanzar la plenitud, quedándose en un ejercicio estilístico interesante pero en exceso frío. No me han gustado algunos juegos de camaras, planos desenfocados que me resultaron muy molestos e innecesarios. Vemos la mayor parte del tiempo gente comiendo, primeros planos de platos y cubiertos; gente de un lado para otro diciéndose nimiedades, primeros planos de esa gente, de sus miradas, de sus manos, de sus cambios de vestuario… Milán bajo la nieve… Y casi todos esos planos son bonitos y elegantes. Pero como no hay guión ni historia, pues es como un pase de postales. Decepcionante película italiana, que no sabe sacar provecho de la contenida interpretación de Tilda Swinton y una historia que podía haber dado mucho más de si.

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