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jueves, 6 de marzo de 2014

LA PIEDRA DE LA PACIENCIA


Jean-Claude Carrière coescribe la adaptación de la novela de Atiq Rahimi, también guionista y director, que narra la historia de una mujer, en un país de Oriente Medio, que tiene que quedarse en casa a cuidar de su marido, herido en una reyerta y en estado de coma. La mujer, joven y con dos hijas, alterna el tiempo que pasa en la casa, evitando a las guerrillas que siguen luchando en la calle, con el tiempo que pasa con su tía, una mujer liberada que se queda a cargo de las niñas.

MI OPI: Visualmente hermosa historia sobre una mujer afgana que aprovecha la postración del marido para desahogarse a través de un monólogo intermitente; para desatar los nudos de la represión y la mentira.
Apuesta arriesgada que juega con dos peligros: El peligro del aburrimiento causado por lo excesivamente literario del guion y, sobre todo, por lo reiterativo: se repite constantemente la misma pauta: la protagonista transgrede una norma o costumbre de acción o de palabra y, a continuación, se arrepiente y dice que se está volviendo loca. El peligLa mujer solo puede expresar sus sentimientos ante un marido en coma y solo puede manifestar y satisfacer sus deseos actuando como prostituta. Dos metáforas evidentes que sirven de denuncia. El final es extremo y excesivo, pero lógico y acertadoro del ridículo provocado por lo exagerado y simple de la metáfora y por la tendencia al melodrama más enloquecido y grotesco. La película se mueve en esa fina y frágil línea que separa los dos extremos el muermo y el delirio con elegancia y sencillez; logrando un relato fluido y coherente; una miniatura modesta y delicada. La mujer solo puede expresar sus sentimientos ante un marido en coma y solo puede manifestar y satisfacer sus deseos actuando como prostituta. Dos metáforas evidentes que sirven de denuncia. El final es extremo y excesivo, pero lógico y acertado.



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