Alfredo es arquitecto. Susana es psicóloga. Gente educada e idealista. Cincuentañeros de aspecto joven e inteligentes. Viven en Roma, pero pasan sus fines de semana y gran parte de sus veranos en su casa de campo. Un día, mientras conduce hacia al pueblo cercano a su casa de campo, Susana queda conmocionada por la visión de una joven prostituta humillada y golpeada por un hombre al borde de la carretera. En un instante, las vidas de de Susana y Alfredo cambian cuando esta decide salvar a la chica...
MI OPI: Simple y poderosa trama que pone el dedo en la llaga de uno de los
problemas más graves de la sociedad actual, la hipocresía. Hipocresía de
unas personas que pretenden hacer lo que sus conciencias les dicta pero
que no se dan cuenta de que el compromiso y la autenticidad no son una
cuestión de momentos sino de compromisos diarios, casi constantes. Ayudar a alguien consiste en no esperar nada a cambio, ni siquiera el
más mínimo agradecimiento, consiste en cuidar las necesidades del otro a
pesar de las de uno mismo. En el momento en el que uno espera una
contrapartida, un retorno, la acción queda estropeada, anulada por
nuestro propio interés. Es muy difícil hacer cine en el que el centro de la narración lo ocupa
una reflexión moral, muy difícil porque es fácil caer en la parodia, en
la moralina y estropear lo que se quería contar. La bella gente consigue
mantenerse del lado del buen cine ayudado por un reparto interesante en
el que la pareja protagonista consigue los mejores momentos y cuya
naturalidad es lo más brillante de la película. Cine para sentir y pensar, cine que no nos deja escaparnos sin preguntarnos a nosotros mismos qué haríamos en esa misma postura. Brutal escena final
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