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martes, 24 de julio de 2012

LA BELLA GENTE



Alfredo es arquitecto. Susana es psicóloga. Gente educada e idealista. Cincuentañeros de aspecto joven e inteligentes. Viven en Roma, pero pasan sus fines de semana y gran parte de sus veranos en su casa de campo. Un día, mientras conduce hacia al pueblo cercano a su casa de campo, Susana queda conmocionada por la visión de una joven prostituta humillada y golpeada por un hombre al borde de la carretera. En un instante, las vidas de de Susana y Alfredo cambian cuando esta decide salvar a la chica...

MI OPI:  Simple y poderosa trama que pone el dedo en la llaga de uno de los problemas más graves de la sociedad actual, la hipocresía. Hipocresía de unas personas que pretenden hacer lo que sus conciencias les dicta pero que no se dan cuenta de que el compromiso y la autenticidad no son una cuestión de momentos sino de compromisos diarios, casi constantes. Ayudar a alguien consiste en no esperar nada a cambio, ni siquiera el más mínimo agradecimiento, consiste en cuidar las necesidades del otro a pesar de las de uno mismo. En el momento en el que uno espera una contrapartida, un retorno, la acción queda estropeada, anulada por nuestro propio interés. Es muy difícil hacer cine en el que el centro de la narración lo ocupa una reflexión moral, muy difícil porque es fácil caer en la parodia, en la moralina y estropear lo que se quería contar. La bella gente consigue mantenerse del lado del buen cine ayudado por un reparto interesante en el que la pareja protagonista consigue los mejores momentos y cuya naturalidad es lo más brillante de la película. Cine para sentir y pensar, cine que no nos deja escaparnos sin preguntarnos a nosotros mismos qué haríamos en esa misma postura. Brutal escena final

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