El protagonista narra en primera persona cómo, tras la invasión de Polonia por los alemanes , fue arrestado por el ejército soviético y encarcelado en Siberia; cómo, después, consiguió escapar del gulag (campos de concentración de la Unión Soviética) en compañía de otros presos y, finalmente, cómo huyendo a pie llegaron desde Siberia al Himalaya, al desierto del Gobi y, atravesando el Tibet, acabaron estableciéndose en la India. Recientemente, varios historiadores han puesto en duda la veracidad de esta historia. MI OPI: Me esperaba mucho de esta peli y la verdad es que he salido de la sala somnolienta y decepcionada. Y mira que el principio promete, porque la parte en la que están confinados en el Gulag es una pasada. Pero es echar a andar y la cosa va decayendo. Cada vez más. Y más. Y al final, toda la trama se reduce a seguir caminando. Nada más. Ni rastro de tensión. Son un grupo de fugitivos demacrados que ni huyen de nadie, ni se pelean entre ellos, ni discuten por quién es el jefe, ni se traicionan, ni compiten por la chica, ni nada de nada. Sólo andan. Tiritan. Beben agua de un trapo. A veces se cuentan sus penas. Andan. O van cayendo como moscas. Plof. Y los que no, siguen andando. Y venga a andar. En sus mejores momentos, la película recuerda al buen cine de aventuras. Pero la mayor parte del tiempo, sobre todo con las expectativas creadas por un muy convincente arranque, la película carece de intensidad. Tampoco posee mucha profundidad; ni le hace falta, su mensaje es directo: es un largo camino a casa.
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