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lunes, 9 de febrero de 2015

FERMIN


Argentina, 2002. Ezequiel Kaufman trabaja en un hospital psiquiátrico público. Al Dr. Kaufman, se le presenta la gran oportunidad de su vida: una beca en España para continuar su carrera, requiriendo así la presentación de un gran número de sesiones con pacientes del hospital. Entre sus correspondientes pacientes descubre a Fermín Turdera de 85 años, internado hace más de 10 en la abandonada institución. Don Fermín tiene la capacidad de hablar y expresarse pura y exclusivamente en letras y títulos de Tango, una habilidad muy peculiar no descubierta por los doctores hasta entonces.

MI OPI: Su mayor y único atractivo es la presencia de un grande de la pantalla y los escenarios, Héctor Alterio, y una pretendida muestra de las habilidades de este bello baile mientras se cuentan historias del ayer y hoy que endulzan pero no colman, rellenan pero no sacian, entretiene modestamente con obvias carencias de un guión flojo que no pretende abordar con profundidad su proyecto, sólo ofrecer un bosquejo de intenciones gratas y amenas en un argumento que se conforma con estar y no ser.



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