
MI OPI: El cierre de la saga de Potter es prodigioso, tiene todo los elementos que a una película veraniega se le deben pedir. La épica imprime la pantalla desde el principio y tiene un dinamismo que no da espacio al espectador para respirar durante todo su metraje. Y por supuesto no le falta la magia, y no solo la que sale de las varitas, si no toda la que rodea a ese fantástico castillo de Hogwarts que vuelve a ser protagonista una vez más. Todas las peleas –que copan la mayor parte del metraje – están rodadas con una exquisitez enorme, en la que el espectador no solo no pierde un detalle de lo que está pasando, sino que además en un rápido vistazo es capaz de posicionar rápidamente toda la situación y a todos los personajes. Algo terriblemente importante a la hora de rodar algo de unas magnitudes tan enormes, y que últimamente parece terriblemente olvidado. Por supuesto la película también sigue con esa búsqueda de los Horrocruxes que inició en la primera entrega del final, y que aprovecha para regalarnos momentos increíbles en algunos lugares claves de la saga, aprovechando para hacer un exquisito repaso a toda ella. Así tenemos una fantástica bajada a las cámaras de Grigotts, una trepidante huida del fuego en la sala de los menesteres o uno de los momentos más esperados de la saga en la cámara secreta.Potter cierra sus puertas de la mejor manera que podíamos soñar, con la mejor de sus entregas, y reclamando su lugar entre las grandes sagas de aventuras de la historia del cine. Un gran broche de oro, para una saga, que pese a todos sus altibajos, será inevitable que la echemos de menos. ¡Hasta la vista, Harry!
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