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jueves, 15 de diciembre de 2011

GIANNI Y SUS MUJERES


Gianni es un jubilado que tiene muchas ocupaciones: debe hacer los recados y toda clase de trabajitos para su mujer, para su hija y para una guapa vecina. Un día, su viejo amigo Alfonso, que disfruta de unas sorprendentes aventuras sexuales, decide que ya es hora de que Gianni tenga novia y redescubra algunos de los placeres de la vida.

MI OPI: Gianni es un hombre tranquilo, hogareño y sumamente afable. No destila ni un ápice de hostilidad. Ya es madurito y, aunque no es un adonis, tampoco está de mal ver ni mucho menos. La vejez espera tras la siguiente esquina y la inquietud por apurar los restos de lozanía empieza a aguijonear al amo de casa que tiene pinta de no haber cometido nunca una locura. Buen marido, buen padre, hijo dócil y atento, hacendoso y silencioso, tal vez esa falta de revuelo es lo que ha terminado por hacerlo invisible en su faceta viril. Es el chico de los recados, el cocinero, el paño de lágrimas de mamá, el anfitrión permanente de un yerno gorrón. Puede que Alfredo tenga razón: hay que despertar y hacerse notar, volver a sentirse un hombre que funciona de cintura para abajo. Pero... es más difícil de lo que parece. En su crisis, Gianni se gana las sonrisas del público, las comisuras se alzan de vez en cuando, pero un sentimiento crepuscular entristece los matices de esas sonrisas, porque sabemos que es cierto, que un día sentimos que los días se escapan más rápido de la cuenta, que en ese día tememos no haber gozado lo suficiente, haber dejado pasar placeres exquisitos, y uno se cuestiona el cómodo sosiego al lado del cónyuge mientras se puede estar perdiendo tantos bellezones desconocidos e incitantes. Es cuando crees que cualquier vecino triunfa y tú no, y tiendes a pensar que los demás constantemente se lo pasan mejor que tú (y casi nunca es verdad).

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