
María vive con su madre, May, en Canarias, a 3000 km de Barcelona, donde vive Miguel Gallardo. A veces Miguel y María se van juntos de vacaciones a pasar una semana en un resort del Sur de Gran Canaria, un escenario un tanto inhabitual que no suele acoger entre sus huéspedes a un padre solo con una hija de catorce años que padece autismo. Esta es la historia de uno de esos viajes, y sobre todo, un relato sobre cómo se convive con una discapacidad. MI OPI: Una bocanada de aire fresco en el cine documental y, también, en el cine como método tan lúdico como terapéutico para afrontar otro tipo de realidades. Es tan positiva y optimista, y respira tanta vitalidad por fotograma, que en algunos momentos uno hasta llega a olvidarse que, en el fondo, es la descripción de un drama. La impecable, equilibrada y delicada narración de Félix Fernández de Castro, nos abrirá las puertas de la convivencia entre el dibujante Miguel Gallardo y su hija María, a la cual le diagnosticaron autismo, a los nueve años. Es mucho más que la historia de un drama cotidiano. La actitud de Miguel, es una lección de responsabilidad, moderación y generosidad que a muchos, después de castigarnos con la triste realidad a la que nos someten los medios, nos ayudará a recuperar la esperanza en el género humano. Lo mejor, desde el punto de vista cinematográfico, es la sutil discreción con que la cámara de Félix Fernández se sitúa ante la acción. Nunca cayendo en el dramatismo y siempre captando, o mejor dicho, regalándonos momentos llenos de ternura y magia. Los bonitos dibujos de Miguel irán apareciendo con espontaneidad y gracia, no harán más que subrayar el tono alegre y esperanzador del discurso. Y la impecable selección musical, cargada de sentido y buen criterio, enfatiza la sensación de cercanía entre el espectador y los protagonistas de la obra. Maria y yo, es mucho más que un documental al uso. Es una oda al amor y a la vida. |
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