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jueves, 12 de agosto de 2010

LAS HORAS DEL DÍA

Abel vive con su madre en un pequeño pueblo periférico a las afueras de Barcelona. Toda su vida transcurre entre el pequeño negocio familiar, la casa de su madre, la cama de su novia, el quiosco de la esquina, los bares del barrio. Siempre los mismos problemas, las mismas caras, las mismas conversaciones. Sin embargo, bajo una apariencia de hombre tranquilo y afable, se abre un abismo...

MI OPI: Retrato de la cotidianidad más asfixiante, de lo anodino, de los gestos más gastados y repetidos con momentos de sorpresa, que no deberían estar ahí y lo están porque la mente de cada persona es un misterio insondable. Desde lejos, la cámara de Rosales se aproxima gradualmente, como el microscopio del científico que examina insectos y colonias de microorganismos: una ciudad, un barrio, un bloque, un piso, una ventana, un hombre dentro, arreglándose las patillas ante el espejo, el parloteo de la radio al fondo. Con óptica neutra, impasible, los personajes de la película quedan sujetos a distante observación. Viven existencias usuales, rutinariamente pautadas por conflictos cotidianos, corrientes, todo ello constituyendo una normalidad sobreabundante. Hay personas a las que esta peli pueda aburrir, pero también, puede mantenerte en vilo durante todo el metraje. Puede que sus planos interminables y sus silencios huecos te distraigan o puede, que quedes conectado a sus espacios en blanco a esa espera trágica que se cierne sobre sus personajes y sus conductas. Yo quedé conectada y enganchada, la peli me gustó mucho...

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