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sábado, 20 de septiembre de 2014

AZUL Y NO TAN ROSA


Diego, un fotógrafo de éxito, decide formalizar su relación con Fabrizio yéndose a vivir con él, pero, de manera inesperada, se ve obligado a hacerse cargo de su hijo Armando, que vive en España y al que no ha visto desde hace años. El chico llega con una maleta cargada de reproches, de modo que a Diego no le resultará fácil restablecer la relación afectiva con él. En tales circunstancias, un grupo de radicales homófobos le propinan a Fabrizio una brutal paliza que lo deja en coma. 

MI OPI: La película técnicamente tiene algunos errores y se nota cierto temblor en las manos del novel director, sin embargo, es tanta la ilusión que el equipo le pone a levantar la película que uno se olvida de aspectos técnicos y simplemente disfruta de esta extraña, por curiosa, familia que se monta durante el film y que nos obliga a pasar por todo el espectro emocional que existe. En cuanto al plano actoral, sorprende bastante la interpretación del protagonista Diego por parte de Guillermo García. Al principio se muestra frío, como si la película no fuera con él, incluso se aprecian poquísimas dotes interpretativas. Sin embargo, en cuanto la trama se desarrolla y la borrasca aparece en el horizonte, el rostro de Diego se convierte en un torbellino de sensaciones y en cada escena en la que aparece retumban los truenos ante el desasosiego que muestra. Esto es algo que se puede extender a la gran mayoría del reparto, cuya credibilidad va claramente de menos a más conforme avanza el metraje.


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