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sábado, 26 de octubre de 2013

DÍAS DE VINILO


Damián, Marcelo, Luciano y Facundo son cuatro amigos treintañeros cuya relación está atravesada por tres grandes temas: la música, la amistad y las mujeres. Damián, es escritor y guionista. Para recuperar a Ana, su ex, escribió un guión de cine, cuya única copia pierde a manos de Vera, una mujer muy particular que se entrometerá en su vida para empezar a modificarla. 

MI OPI: Días de Vinilo no es mala, pero tampoco cuenta con los elementos necesarios como para retenerla en la memoria y recordarla así como una muy buena cinta argentina. Se nos ofrecen cuatro historias separadas: El miedo de Facundo al compromiso, la autocompasión utópica de Luciano, la desfasada inmadurez de Marcelo y la incapacidad de superar una ruptura de Damián. Todos son creativos, todos son artísticos en cierto modo, y todas sus historias se unen por ese elemento aglutinador que es la música. Entretiene, de forma ajustadísima; de a ratos se respiran aires algo densos, pero el fallo principal de la película radica en las actuaciones. Fernan Mirás lo hace realmente muy bien, al igual que Gastón Pauls e Ignacio Toselli, pero cuando observamos las interpretaciones de Emilia Attias e Inés Efron nos resulta imposible tomarnos la cinta con la misma seriedad. Los tonos de voz y la expresividad que le imprimen estas dos muchachas a sus personajes son deplorables, y este tipo de detalles le restan claramente puntos y solvencia a cualquier film. Mención especial en esta sátira merece el cameo de Leonardo Sbaraglia, que aparece interpretándose a sí mismo, como la personificación de todo lo absurdo del mundo cultural: Caprichoso, pretencioso, autocomplaciente. Su aparición en la película sirve para demostrar justo lo contrario de lo que se manifiesta en la obra: no es necesario un gran actor, un gran nombre, para hacer una buena creación.

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