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martes, 24 de noviembre de 2009

MEMORIAS DE CHINA

Pekín, en la actualidad. Durante el día, Mao Dabing trabaja de repartidor de agua embotellada, pero su pasión es ir al cine de noche. Una soleada tarde después del trabajo, Dabing se dirige hacia el cine a toda prisa en su bicicleta cuando, de repente, choca contra un montón de ladrillos en un callejón. Mientras se levanta, una joven que ha presenciado el incidente agarra un ladrillo y le golpea con él en la cabeza. Mao Dabing despierta en el hospital con la cabeza vendada. La po-licía le informa de que se ha quedado sin trabajo y que su ex jefe quiere que pague la bicicleta rota. Cuando Dabing ve por casualidad a la joven que lo golpeó, la emprende furiosamente contra ella. Pero la mujer parece no hacerle caso, y le da las llaves de su apartamento junto con una nota en la que le pide que cuide de su pecera. Al entrar en la habitación de la joven, Mao Dabing queda impresionado al descubrir que es un santuario del cine, repleto de pósters, fotogramas y objetos relacionados con el séptimo arte. Entre esos objetos encuentra un diario y comienza a leerlo. El diario deja a Mao Dabing anonadado ya que esta joven forma parte de su pasado.

MI OPI: Un melodrama desgarrado de una ingenuidad ruborizante y un homenaje al cine popular. Un profundo amor al cine es lo que se respira en cada uno de los planos de esta bonita película china, sencilla en su construcción, muy humana en el tratamiento de sus historias personales y elegante en sus aspectos artísticos. Un dramón tierno. La directora, para quien es fundamental llegar al público, trata de no quedarse en lo naif. Al buscar un registro más realista en el que cimentar la historia de los niños, incluye unos sucesos truculentos, en exceso tremendistas, hilos del destino tramados con cierta elementalidad.

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