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domingo, 5 de febrero de 2017

GETT EL DIVORCIO DE VIVIANE AMSALEM

Viviane Amsalem, separada desde hace años de Elisha, su marido, quiere conseguir el divorcio para no convertirse en una marginada social. En Israel no existe aún el matrimonio civil; según las leyes religiosas, sólo el marido puede conceder el divorcio. Sin embargo, Elisha, se niega a hacerlo. Viviane tendrá que luchar ante el Tribunal Rabínico para lograr lo que ella considera un derecho. Así se verá inmersa en un proceso de varios años en el que la tragedia competirá con lo absurdo y absolutamente todo se pondrá en tela de juicio.

MI OPI: La propuesta tiene aires teatrales por desarrollarse en un único espacio, y también por servirse de la palabra como único vehículo para el entendimiento. La paradoja es que justamente los diálogos se convierten en una cárcel de incomunicación, que cuanto más razones dan los personajes más confuso y embrollado resulta todo, que los rostros expresan mejor el estado del alma que la propia palabra. Con el discurrir de la película, el espectador se cerciora de que la convivencia es inviable, de que la condición de sumisión de la mujer hace imposible un trato de igualdad, de que Elisha no está en condiciones de dar a su esposa lo que ella necesita. La pretendida armonía matrimonial tendría que ser el reflejo de otra concordia entre la fe y la razón, pero la vida de los protagonistas no es así y la religión encona las posturas. No hay infidelidad ni violencia física, pero sí falta de consideración e indiferencia de afecto. Hay respeto legal pero no trato humano, y así la relación no puede prosperar. No apta para espectadores ansiosos, los directores se toman su tiempo para narrar el largo periplo por el que deberá pasar Viviane, ante algunos testigos, los abogados y los jueces y su marido, con una interesante puesta de cámaras donde el punto de vista toma diferenciada importancia.





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