Mucho tiempo después de su curso de Erasmus en España, Xavier está
casado y tiene dos hijos, pero aun así sigue encontrando la vida muy
complicada. Cuando su mujer se traslada a Nueva York por razones de
trabajo, incapaz de soportar la situación, decide seguirla con los
niños. Tercera entrega de la saga que comenzó con "L'auberge spagnole" y
"Las muñecas rusas".
MI OPI: Por tercera vez, el actor, director y guionista francés, Cédric
Klapisch, rescata a su personaje más emblemático para ¿cerrar? su
particular trilogía que arrancó con la fascinante Una casa de locos y
Las muñecas rusas. En tres actos, el galo ha logrado narrar la evolución
personal de los personajes y, en especial, el tránsito de la juventud a
la madurez de un escritor como otro cualquiera, sencillo y que, eso sí,
no para de correr y correr por la vida, saltando todos los obstáculos
que se le presentan y que, por otro lado, consiguen sacar más de una
sonrisa. La peculiaridad de esta trilogía radica, esencialmente, en el choque
entre culturas. Lo vimos en la primera y segunda entrega y aquí, como no
podía ser de otra forma, vuelve a repetirse. En esta ocasión, el
rocambolesco rompecabezas de historias y personajes tiene un toque
asiático al situarse gran parte de la trama en el barrio chino
neoyorkino, la popular Chinatown. Con recursos como la voz en off de Duris, planos desenfrenados y giros
de cámara oportunos, Klapisch despierta al espectador cuando el sopor
empieza a relucir. Una película que seguirá enamorando a los que
quedamos prendados de Una casa de locos y que entretendrá y despertará
más de una sonrisa a aquellos que, por primera vez, se aproximan a una
historia que habla del intercambio cultural, la amistad, la paternidad y
el eterno paso de la juventud a la madurez. En definitiva, un delicioso
rompecabezas chino a la francesa.