Simon acaba de salir de la cárcel y quiere dar el golpe de su vida:
robar el “Florentin”, un mítico diamante que será subastado. Pero, para
conseguirlo, tendrá que acercarse a Julia, la experta en diamantes, para
quien la subasta es, sobre todo, un asunto personal.
MI OPI: Yvan Attal encarna al clásico ladrón que tras años entre rejas, no
puede rechazar aún estando con la condicional, el típico robo fácil, el
golpe perfecto, el definitivo que augura una dulce retirada y que
cubrirá a todos de dinero. A estas alturas hasta el cinéfilo menos
avanzado sabe que ese plan idílico no existe y que tiene peores
consecuencias que el policía que le queda un día para jubilarse y sale
de la oficina a patrullar. La ejecución del plan está bien realizada y resulta interesante, quizá
no tanto el juego “amoroso” entre los protagonistas, que aunque tienen
buena química en escena, lo pongo entre comillas porque no comparten
muchos momentos ante la cámara y da más la sensación de encuentros
fortuitos que esa relación pasional que pretenden trasladarnos y que
debería justificar (y no lo hace) las reacciones de ambos en el tramo
final. En resumen: una cinta prescindible y fácilmente olvidable con elementos
muy vistos, algunos mejor aprovechados que otros pero en general y pese a
todo, correcta.
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