Tras quince años de matrimonio, Pierre es feliz con su mujer y sus
hijos. Una noche conoce a Elsa, una chica atractiva y divertida, pero
que tiene una regla de oro: no liarse con hombres casados. Pierre, por
su parte, no desea traicionar a su mujer. Dos semanas después, se
encuentran de nuevo y vuelven a sentirse fuertemente atraídos.
MI OPI: Honestamente, la trama principal no está del todo mal pese a sus
evidentes brechas. Es decir, hay que hacer un acto de imaginación
bastante grande para que uno se crea la casualidad que envuelve a ambos
personajes, ya que los encuentros imprevisibles se desarrollan
continuamente. Pero el planteamiento de que un hombre harto de su vida
familiar, pese a tener una mujer bastante íntegra y unos hijos
maravillosos, caiga repentinamente enamorado de una mujer atractiva, no
es tan descabellado. Menos aún si partimos del personaje de Elsa,
divorciada y al cuidado de tres hijos con personalidades muy
complicadas. Por este lado, pese a que no tiene pinta de ser una obra
maestra del género, la película no desentona y logra mantenerse en pie. Ahora bien, capítulo aparte merece el aspecto formal. Resulta difícil de
comprender cómo se le pudo ocurrir a alguien (imaginamos que a la
directora) el introducir cada dos por tres las típicas escenas del “¿qué
hubiera pasado si…?”, maquilladas como si fueran en tiempo real y, lo
que es sumamente peor, adornadas con un estilo a caballo entre el
videoclip y el anuncio de perfumes más cutre que se pueda uno imaginar.
El denominador común en todas ellas es una música de fondo que oscila
entre algún tema mítico y otros bastante más pijoteros. A partir de ahí,
el aspecto visual ofrece toda una pléyade de recursos: cámara lenta,
pantalla partida, ochenta caretos de los protagonistas desperdigados en
la pantalla e incluso el colmo de verlos besándose bajo la lluvia
mientras la cámara da vueltas y vueltas alrededor de ellos, algo que
marea y desquicia a partes iguales.
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