Will y Eden perdieron a su hijo años atrás. La tragedia afectó su
relación de forma irreversible, hasta el punto de que ella desapareció
de la noche a la mañana. Un día, Eden regresa a la ciudad; se ha vuelto a
casar y en ella parece haber cambiado algo, convirtiéndola en una
presencia inquietante e irreconocible incluso para Will.
MI OPI: Este es un ejemplo perfecto de película de terror/drama que trasciende a
su género y, además de provocar sustos y tensión, habla de nuestra
sociedad. La duda y la sospecha presiden este thriller no exento de tensión,
misterio, brutalidad y desazón. El ambiente enrarecido apresa y hace
mella en el espectador – incluso desde antes de los títulos de crédito –
quien se teme que tras esa fachada de educada y sonriente cordialidad
se esconden pozos de serpientes desbocadas. Hay demasiados abrazos,
demasiados besos, demasiadas sonrisas rezumantes de sacarina para no
desconfiar de la edulcorada fachada de los anfitriones… Hablar sobre la trama sería destripar la calculada ambigüedad de la
cinta. No es tanto la capacidad de sorpresa lo que confiere interés al
metraje, sino más bien la gradación de cómo se desvela poco a poco lo
que de alguna forma sospechábamos todos pero no nos atrevíamos a
reconocer. Es una pieza de relojería bien engrasada que va marcando paso
a paso el destino de sus protagonistas, que desean pasárselo bien y no
entrar en terrenos conflictivos que pudieran malograr la juerga o
enturbiar la festividad de un reencuentro largamente pospuesto y
anhelado por todos. Quizás pequen de ilusos, pero es que nadie desea ser
un aguafiestas o un pajarraco de mal agüero que trunque la celebración y
haga peligrar el bello devenir del jolgorio.
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