En Roma, durante el verano, nobles decadentes, arribistas, políticos,
criminales de altos vuelos, periodistas, actores, prelados, artistas e
intelectuales tejen una trama de relaciones inconsistentes que se
desarrollan en fastuosos palacios y villas. El centro de todas las
reuniones es Jep Gambardella, un escritor de 65 años que
escribió un solo libro y practica el periodismo. Dominado por la
indolencia y el hastío, asiste a este desfile de personajes poderosos
pero insustanciales, huecos y deprimentes.
MI OPI: Una historia que contrasta el pasado con el presente en todo ámbito de
cosas. El protagonista, dueño de una vida acomodada y fácil en lo
material, pero carente de sentido y motivaciones en lo espiritual. Es un
escritor que busca respuesta en personas y lugares equivocados. Dueño
de una vida que trata de conectar el pasado, sus raíces, con el presente
y más importante aún, con su futuro. “La gran belleza” combina, además,
un guión que es rico en detalles y buenos diálogos con una dirección
que resulta extraña, pero efectiva para sumergir al espectador en un
cúmulo de emociones, donde la nostalgia es el invitado de honor. En cuanto a lo visual, el director aprovecha al máximo la ciudad eterna,
para rodar escenas increíbles y memorables, aprovechando el espacio en
cada momento. Ese aprovechamiento se refleja en el contraste entre lo
moderno y lo antiguo o clásico. La música, presente en toda la película, contrasta también en escenas
en que se utilizan clásicas melodías para convertirlas en música
electrónica, adorno necesario para aquellas fiestas en que lo banal, lo
superficial y las apariencias maquillan una realidad a nivel individual
muchas veces distintas. En definitiva, dudo que el inexorable paso del tiempo, le perjudique
dejando en el olvido a “La gran belleza”. Es una obra llena de calidad,
profundidad, precisión y hermosura. Construida como un poema visual, la
cinta avanza con una seguridad inigualable a un final que no decepciona
en absoluto, dejando al espectador con una sensación amarga por el
desarrollo y el mensaje de la película, pero paradójicamente, con la
sensación de satisfacción por haber visto cine de alta calidad.
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