Antes de Elvis, Elton John y Madonna, existió Liberace: pianista
virtuoso, artista exuberante, habituado a la escena y los plató de
televisión. Liberace apreciaba la desmesura y cultivaba el exceso,
dentro y fuera del escenario. Un día de verano de 1977, el joven y
hermoso Scott Thorson entra en su camerino y a pesar de la diferencia de
edad y del medio social, los dos hombres empiezan una relación secreta
que duraría cinco años.
MI OPI: Estamos ante uno de los retratos más lúcidos de la vida de una estrella
de la música, el análisis minucioso de las carencias y querencias de una
reinona tan virtuosa en el piano como acomplejada en lo personal. La
película recorre transversalmente los diferentes estados que van del
apogeo mediático a la caída a los infiernos. Behind the Candelabra narra las complejidades del maestro y la oscuridad
del discípulo, nos sumerge en un mundo de lentejuelas y apariencias, de
aparente pompa y enorme vacío interior. No suena a nuevo, hay que
reconocerlo, pero pocos son capaces de escribir diálogos tan acertados y
filmar con tanta precisión la relación de dos hombres huérfanos que no
conocen la frontera entre la persona y el personaje. Seguramente la mejor interpretación de Michael Douglas, un papel muy
goloso del que sale excepcionalmente airoso y con mucha categoría
-simplemente, está soberbio, llena toda la pantalla de forma magistral-,
acompañado de un no-menos Matt Damon cuya interpretación va a la par de
su compañero de reparto; juntos forman una pareja explosiva, atrayente,
que te fascina y atrapa sin igual. Si, amén de lo mencionado, se cuenta
con un magnífico guión, una impresionante puesta en escena y
caracterización, un vestuario y maquillaje muy acertados, con personajes
interesantes que te desvelan y evitan tu somnolencia, que cuentan con un
atractivo singular que Steven Soderbergh ha sabido, muy acertadamente,
trasladar a la gran pantalla de manera extraordinaria.
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