A Jon, un adolescente rebelde y conflictivo, lo envía su madre a vivir
con su abuelo Max, un militar retirado que estuvo en la guerra de
Bosnia, y que ahora vive en un pueblo de la Costa de la Luz. Cuando Jon
es expulsado del colegio, su madre piensa que quizá Max pueda
enderezarlo. Pero a Jon le gusta vivir peligrosamente, y su abuelo se ha
convertido en un hombre de costumbres tranquilas. Los dos tendrán que
enfrentarse a sus limitaciones y a sus miedos.
MI OPI: "15 años y un día” o cómo hacer que se sucedan el mayor número de
despropósitos posibles en una cinta cuya historia de inicio parecía
llamar la atención. Un joven rebelde, una madre desesperada… y un abuelo
condecorado en el ejército empleado como último recurso para meter en
cintura a un adolescente cuyo último desaire ha traspasado los límites
de las trastadas habituales. Gracia Querejeta parecía haber encontrado el camino para guiar una trama
en la que chocara el interesante contraste entre la rebeldía adolescente
y la disciplina militar, pero no tardamos en descubrir que todo lo que
apunta se queda en nada, que la forzada actitud del chaval no era para
tanto, y que el militar retirado que vela por su rectitud no es
precisamente una bestia parda, aquí, ese soldado de armas tomar es Max, un personaje a medio
dibujar del que nunca se llega a percibir un retrato completo pese a la
buena interpretación de Tito Valverde.
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