Después de un día de audiciones a actrices para la obra que va a
presentar, Thomas se lamenta de la mediocridad de las candidatas;
ninguna tiene la talla necesaria para el papel principal. En ese momento
llega Vanda, un torbellino de energía que encarna todo lo que Thomas
detesta: es vulgar, atolondrada y no retrocedería ante nada para obtener
el papel. Pero cuando Thomas la deja probar suerte, queda perplejo y
cautivado por la metamorfosis que experimenta la mujer: comprende
perfectamente el personaje y conoce el guión de memoria.
MI OPI: Un único escenario, un texto provocador y sólo
dos personajes son suficientes para que Polanski sea capaz con su
portentosa cámara de sacar el máximo rendimiento a tan osado
experimento. Además aporta su peculiar sentido del humor y su mirada
ácida que hace que esta perturbadora venus de las pieles te hipnotice
por momentos. Director convertido en actor, o dicho de otra manera, dominador
convertido en dominado. Y viceversa. Personajes interpretando a otros
personajes... que en realidad representan a personas reales. La realidad y la ficción, ni falta hace decirlo, se funden en este juego freudiano, hilarante, perverso y sadomasoquista.
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