Un edificio en el (caro) Paseo de Recoletos en Madrid. Arriba, Jaime con
un buen cargo en la organización de eventos deportivos, una mujer y dos
hijos, estampa familiar que se completa con una joven amante en el piso
de abajo. Una vida que no carece de adrenalina, pero que se verá
desestabilizada con la llegada de un nuevo e inquietante portero a la
finca. Pues el pasado de ambos está relacionado de una oscura manera que
enrarecerá el ambiente en el edificio, con consecuencias difíciles de
prever para Jaime.
MI OPI: Pues eso, de pronto termina y te quedas esperando que pase algo. He de reconocer que se deja ver principio a fin pero al final los muchos fallos que presenta lastran su resultado. Las actuaciones masculinas no desentonan, aunque a cesáreo estébanez se
le queda corto el papel; pide más minutos ya que este hombre se come la
pantalla. Jaime Puyol cumple, como siempre, pero necesita un proyecto
que le saque de esa imagen de hombre gris que tiene. Beatriz Pecker es
otra historia; apenas modula y juntos forman una pareja increíble, pero
no increíble en el sentido de genial si no en el de irreal, de que no te
crees esa pareja ni en pintura. La fotografía desprende una impersonalidad apabullante, supongo que
buscando esa naturalidad que, eso sí, consigue pero que al final te hace
pensar que hayas presenciado alguna historia de tu propio vecindario,
algún cotilleo de escalera y la verdad, no es lo que busco cuando veo
una película.
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