Fred Ballinger, un gran director de orquesta, pasa unas
vacaciones en un hotel de los Alpes con su hija Lena y su amigo Mick, un
director de cine al que le cuesta acabar su última película. Fred hace
tiempo que ha renunciado a su carrera musical, pero hay alguien que
quiere que vuelva a trabajar; desde Londres llega un emisario de la
reina Isabel, que debe convencerlo para dirigir un concierto en el
Palacio de Buckingham, con motivo del cumpleaños del príncipe Felipe.
MI OPI: Paolo Sorrentino estira el chicle y lleva su personalísimo modo de hacer
cine más lejos que nunca. Sus imágenes oníricas, su barroquismo
cinematográfico, su cuidadísima estética va más allá del sentido
narrativo que puede tener cualquier película. Dependiendo de tu
sensibilidad y de lo receptivo que estés, puedes odiarlo y levantarte de
la butaca a la media hora de película, o bien quedar hechizado por sus
imágenes, por su música, por su nivel artístico, por su espectacular
lirismo audiovisual. Es tan abrumador estéticamente que no importa la
historia que cuenta. Es el poder del “Cómo” sobre el “Qué”. Esta vez, a mi juicio, se le va la mano un poco. “La gran belleza” era
perfecta. “La juventud” no lo es. No es que no haya contenido, lo hay,
como lo había en aquella. Pero es mucho menos explícito.
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