Bruno y Carla son una pareja. Cuando conocen a Rai, un breaker, deciden
enfrentarse con valentía y sin tabúes a las normas que existen sobre el
amor, la infidelidad y los roles sexuales.
MI OPI: El sexo de los ángeles, es un curioso trabajo, sorprendente,
contradictorio y casi incalificable. Parecen dos historias que fueran
ensambladas en una misma película. La parte del guión dedicada a la relación homosexual resulta cálida,
emocionante; con diálogos que transmiten e interpretaciones bien
conducidas. El resto se resuelve de forma convencional, en ocasiones
poco creíble, incluso desmadejada. El único de todo el reparto que resulta tolerable es Álvaro Cervantes en
el papel del elemento desestabilizador de la pareja que, finalmente,
compondrá el tercer vértice de este triángulo. Por qué alguien con el
atractivo y la cabeza amueblada de su personaje se interesa por ese par
de pusilánimes es el gran misterio de la película. La de Astrid
Bergès-Frisbey es, quizá, la peor interpretación de una actriz joven,
española o francesa (ella es ambas cosas), de los últimos años: su
lenguaje corporal, su expresión facial y su extrañísima voz parecen
siempre desacompasadas, y rara vez en sintonía con lo que debe sentir su
personaje en la escena. De una forma retorcida, es digno de verse.
Llorenç González brilla por su falta de carisma, o tal vez su personaje
de alelado no le da mucho más juego.
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