Diego, un fotógrafo de éxito, decide formalizar su relación con Fabrizio
yéndose a vivir con él, pero, de manera inesperada, se ve obligado a
hacerse cargo de su hijo Armando, que vive en España y al que no ha
visto desde hace años. El chico llega con una maleta cargada de
reproches, de modo que a Diego no le resultará fácil restablecer la
relación afectiva con él. En tales circunstancias, un grupo de radicales
homófobos le propinan a Fabrizio una brutal paliza que lo deja en coma.
MI OPI: La película técnicamente tiene
algunos errores y se nota cierto temblor en las manos del novel
director, sin embargo, es tanta la ilusión que el equipo le pone a
levantar la película que uno se olvida de aspectos técnicos y
simplemente disfruta de esta extraña, por curiosa, familia que se monta
durante el film y que nos obliga a pasar por todo el espectro emocional
que existe. En cuanto al plano actoral, sorprende bastante la interpretación del
protagonista Diego por parte de Guillermo García. Al principio se
muestra frío, como si la película no fuera con él, incluso se aprecian
poquísimas dotes interpretativas. Sin embargo, en cuanto la trama se
desarrolla y la borrasca aparece en el horizonte, el rostro de Diego se
convierte en un torbellino de sensaciones y en cada escena en la que
aparece retumban los truenos ante el desasosiego que muestra. Esto es
algo que se puede extender a la gran mayoría del reparto, cuya
credibilidad va claramente de menos a más conforme avanza el metraje.
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