Argentina, 2002. Ezequiel Kaufman trabaja en un hospital psiquiátrico
público. Al Dr. Kaufman, se le presenta la gran oportunidad de su vida:
una beca en España para continuar su carrera, requiriendo así la
presentación de un gran número de sesiones con pacientes del hospital.
Entre sus correspondientes pacientes descubre a Fermín Turdera de 85
años, internado hace más de 10 en la abandonada institución. Don Fermín
tiene la capacidad de hablar y expresarse pura y exclusivamente en
letras y títulos de Tango, una habilidad muy peculiar no descubierta por
los doctores hasta entonces.
MI OPI: Su mayor y único atractivo es la presencia de un grande de la pantalla y
los escenarios, Héctor Alterio, y una pretendida muestra de las
habilidades de este bello baile mientras se cuentan historias del ayer y
hoy que endulzan pero no colman, rellenan pero no sacian, entretiene
modestamente con obvias carencias de un guión flojo que no pretende
abordar con profundidad su proyecto, sólo ofrecer un bosquejo de
intenciones gratas y amenas en un argumento que se conforma con estar y
no ser.
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