Suecia, siglo XIV. Como cada verano, una doncella debe hacer la ofrenda
de las velas en el altar de la Virgen. El rey Töre envía a su hija Karin
en compañía de Ingrid, una muchacha que odia a Karin en secreto. Antes
de cruzar el bosque, Ingrid se detiene y abandona a la princesa, pero la
muchacha prosigue su camino y se encuentra con unos pastores,
aparentemente afables, que la invitan a compartir su comida.
MI OPI: En este drama de época, Bergman vuelve su mirada hacia el pasado remoto
de Suecia y da lugar a un lacerante argumento obtenido de una antigua
leyenda de tradición popular. El ilustre realizador consigue, como siempre hace, trascender lo
meramente temporal y circunstancial y no se contenta con representar
unas vidas, unos hechos concretos ni una historia que se quede obsoleta.
Lo que él representa son esas características de nuestra especie humana
que permanecen a lo largo de los siglos: los vínculos familiares y
fraternos, las inquietudes morales y religiosas, los interrogantes sobre
la presencia de lo divino como un asidero para nuestro temor a la
muerte y a la nada; la inocencia y la belleza amenazadas por la
perfidia, los bajos instintos, la crueldad; la desesperación, la culpa,
el odio…Transportándonos al siglo XIV, Bergman de nuevo agarra las entrañas del
espectador y las retuerce descarnadamente. Esta es una de esas películas
que planean obsesivamente por el recuerdo durante mucho tiempo, y
probablemente para siempre, porque cualquiera que se deje impresionar
por la brutal crudeza de las imágenes no podrá olvidar en un prolongado
lapso los terribles sucesos acontecidos.
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