Kiko y Marcelo creen encontrar la solución a sus problemas económicos
realquilando una habitación, pero el piso en el que viven sólo tiene
dos, así que acondicionan el armario empotrado y lo convierten en un
cuarto. Tras recibir, sin éxito, a algunos posibles inquilinos, aparece
Soto, un peculiar personaje que no ve ningún inconveniente en vivir en
un armario; además, parece que Soto les puede proporcionar algo más que
el dinero del alquiler.
MI OPI: Hay que reconocer que la cosa es cutre. Quizás intencionadamente porque
habla de gente cutre pero se hace evidente que la precariedad de medios,
cosa que no es excusa para hacer buen cine, pesa mucho y el pulso
narrativo flojea demasiado sobre un guión hecho de retales enlazados de
monólogos del club de la comedia. Más sangrante incluso cuando cuenta con un elenco estupendo que
defienden notablemente sus personajes y un planteamiento inicial que
daba para mucho más que un corto alargado entre amiguetes.
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