La historia gira en torno al personaje de Alain, un hombre que sale de
la cárcel tras una condena de 18 meses por haber intentado pasar 50 kg
de cannabis en su camión. Alain no es un sinvergüenza; sólo un hombre
cansado. La prisión le salvó de encontrarse en un callejón sin salida e
hizo que la gente se olvidase de él. Sin embargo, una vez en libertad,
se ve obligado a irse a vivir con su madre, Yvette, una mujer modesta y
desde hace tiempo incapaz de manifestarle su cariño. Su madre está en
fase terminal de un cáncer y desearía acabar con su vida dignamente en
Suiza, donde una asociación estaría siempre a su lado.
MI OPI: "Quelques heures de printemps" es un film que emociona y cautiva sin
necesidad de artificios de ningún tipo; una historia sencilla y muy
humana que llega al corazón no solo por el frágil tema que trata sino
por la honestidad y delicadeza con la que lo hace. Con una dirección
contenida y certera, el realizador Stéphane Brizé sabe dónde plantar la
cámara y por cuánto tiempo en todo momento para transmitir al espectador
las emociones interiores de los dos protagonistas. La interpretación de la madre (Hélène Vincent) es ejemplar, junto a la
del hijo (Vincent Lindon) que no por ser más contenida deja menos marca.
Ambos capaces de hacernos creer las escenas más crudas hasta las más
tiernas en esta relación madre-hijo. Empujados además por la dureza de
la situación que no deja concesiones de ningún tipo. Este drama familiar sabe incorporar con delicadeza y acierto el problema
de la eutanasia, lo difícil que es tanto para el que se quiere ir como
para los que se quedan. Y la valentía que supone en ambos casos aceptar
los hechos. Recomendable por su sensibilidad, su crudeza y su impecable acercamiento a un tema tan delicado. Reconozco que lloré a moco tendido...
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