Una profesora descubre en un niño de cinco años de edad un prodigioso
don para la poesía. Asombrada e inspirada por el pequeño, decide
proteger su talento, a pesar de todo el mundo.
MI OPI: El argumento es insólito, se centra en un niño de cinco años al que le
invaden ataques repentinos de creatividad, escupe poesías entre hermosas
y macabras mientras camina de un lado a otro como poseído. Su
profesora admira el poder de este niño y lo explota para que pueda ser
reconocido socialmente. Lo explota tanto que lo hace suyo, tanto, tanto,
que se convierte en una insana obsesión. Ella
tiene una pareja con la que está más por costumbre que por otra cosa y
tiene unos hijos a los que nunca ve. El pequeño es, a efectos prácticos,
un huérfano que ve cómo su padre no le hace caso, pendiente como está
de sus negocios y que cuenta a su hijo que su madre murió cuando lo
cierto fue que se divorció de él y se marchó a Estados Unidos. Es en esa capacidad artística donde la profesora ve un modo de
redimirse ella misma como madre y como docente, al tratar de poner los
mimbres para que el talento natural de ese niño no quede desaprovechado y
que no sea otro más en el sistema, como lo han acabado siendo ella y su
familia. Pero lo cierto es que el niño lo que quiere es hacer las
mismas cosas que sus compañeros de clase para que no le tomen por un
bicho raro. Un bicho raro que ya es la maestra, que llegará a cruzar
ciertos límites en busca de su objetivo. Una película para espectadores pacientes que no da nada por mascado;
critica sin petulancias, y en ciertas ocasiones con ironía, a esa parte
de la sociedad que no tiene reparos en vivir en lo superficial y a la
que, por otra parte, se decanta por la búsqueda de la profundidad.
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