A sus 43 años, Fúsi es un inadaptado, con sobrepeso, que nunca tuvo
novia y cuyo único interés son las batallas de la Segunda Guerra
Mundial, que reproduce en miniatura en el apartamento en el que vive con
su madre. Un día recibe un cupón para acudir a una escuela de baile,
donde conoce a Sjöfn, una mujer solitaria, como él, y con profundas
heridas psicológicas.
MI OPI: El protagonista es un tipo como tantos a los que llamamos “inadaptados”,
y como muchas veces ocurre con estas personas (con las que todos nos
podemos identificar en algún aspecto), es un tipo bueno. Es bueno
porque vive su vida a su manera, como quiere o como le han dejado, sin
hacer mal a nadie, sin desear siquiera el mal a quienes le juzgan por
ignorancia y prejuicios. Sin importarle lo que piensen los demás. Es
además un hombre bueno porque ama sin condiciones, aceptando a las
personas como son y prestando su ayuda con toda su voluntad, y con toda
ingenuidad. Quizás sea una propuesta algo pastelera, inocente y minoritaria pero
consigue conmover el corazón y enternecer con elementos mínimos al más
insensible y resabiado. Y la emotiva interpretación de un
inconmensurable Gunnar Jónsson nos hace reconciliarnos con toda la
ternura humana y sus múltiples manifestaciones.
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