En la Francia de los años 20, durante la época dorada del jazz, un mago
inglés (Colin Firth) está decidido a desenmascarar a una falsa médium
(Emma Stone). Esto desencadenará una serie de hechos mágicos que
sacudirán la vida de ambos.
MI OPI: Es una película dialogada en exceso; algo encorsetada y forzada; menos cómica de lo que uno, a priori, aventuraría. Es tan mala que parece hecha de los retales del peor cine español: te
cuanta lo que va a pasar, te cuenta lo que está pasando y te vuelve a
contar lo que ha pasado, una y otra vez, en cada escena, en cada
secuencia, a cada ocasión. No hay sorpresa, ni capacidad de elipsis, ni
narrativa visual, ni cabida a la sugerencia, ni encanto, ni mordiente,
ni un mínimo de rigor ni exigencia crítica. Los actores luchan con sus imposibles y exánimes cometidos, tratando de
dotar de vida a lo que no llega ni a esbozo desdibujado de personajes
harapientos. Produce vergüenza ajena ver a buenos actores malgastar su
saliva en textos romos y sin gracia alguna, incapaces de insuflar un
mínimo de vida a semejante engrudo plomizo. Colin Firth, Eileen Atkins,
Emma Stone o Marcia Gay Harden parecen zombis exangües.
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