Narra una historia de amor que se desarrolla en los campos de
concentración para japoneses, que se crearon en Estados Unidos tras el
ataque a Pearl Harbor.
MI OPI: Los americanos inundaron el mundo de películas antijaponesas después de
la Segunda Guerra Mundial y, más tarde, cuando ya se permiten ser
críticos con su propio país, muy pocas veces tocaron el tema de los
japoneses residentes en Estados Unidos durante y después del ataque de
Pearl Harbour. En esta ocasión Alan Parker prepara un guión sobre el
tema y lo dirige con abundancia de medios. Pero si bien a muchos
espectadores les llamara la atención la existencia de campos de
concentración en Estados Unidos para recluir a los japoneses y a los
hijos de estos que nacidos en los Estados Unidos son americanos también,
Alan Parker se perderá en una historia de amor demasiado melodramática
entre un americano sindicalista y una hija de japoneses nacida en los
Estados Unidos de tal forma que al espectador le parecerá que solo lo
está pasando mal esta familia, donde el problema parece que se
sobrelleva y encima, según el guionista, por ese buen carácter de los
japoneses. Las caras orientales suelen dar bien en pantalla y
especialmente las chicas jóvenes y los niños, pero aquí será la madre
japonesa que en un papel secundario se lleva gran parte del interés. En
resumen, película para ver y despertar al tema del sufrimiento de los
japoneses en Estados Unidos, pero casi seguro que el espectador será
arrastrado a la historia de amor.
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